El Mejor Regalo
El Mejor Regalo…
Por: Elsie Betancourt
Una de las grandes satisfacciones que tiene el ser humano
es la seguridad de contar con grandes amigos. La convivencia ha traído
aficiones, gustos e intereses en común compartiendo preocupaciones, alegrías y
triunfos. La amistad sobrepasa la superficialidad, sin quedarnos en lo
anecdótico y en la mamadera de gallo. Las hay de todo tipo y entre todo tipo de
personas sin importar la extracción social (entre hombres, mujeres, esposos,
personas de distintas edades, animales), etc.
Sin embargo, solemos encontrar muchas personas que andan
por la vida contrastando el concepto de amistad antes mencionado ya que
constantemente están con el plan de “joderle” la vida a los otros
descalificando sus logros, actuaciones y demás. Esas, hay que mantenerlas “a
raya”.
Voltaire decía: “Sólo entre gente de bien puede existir
la amistad, ya que la gente perversa sólo tiene cómplices, la interesada tiene
socios, la gente política tiene partidarios, la de la realeza cortesanos”… hay que
estar ojo avizor.
Las distintas modalidades de mostrar el afecto y el
aprecio suele pasar cada vez más al plano de los animales. Prácticamente,
casi todos hemos tenido y tenemos mascotas y sabemos lo que implica tener un
animal de compañía, no sólo en cuanto a los cuidados y condiciones que
requiere, sino al vínculo especial que se establece entre éste y las personas
que conviven con él. Es un vínculo que los expertos consideran muy beneficioso
y que puede variar según se trate de un niño, un adolescente, una persona
madura o una de edad más avanzada. El respeto y cariño que se desarrolla mutuamente crea una conexión muy especial y
profunda. El animal siempre está ahí, es incondicional y no te regaña y el
cariño que se le suele profesar se asocia con una amistad pura, la que a veces
no encontramos en las personas.
En
un mundo donde cada vez más la gente vive sola, efecto de la tecnología, la
salvación para muchos males, suicidios y desamparo puede estar en la buena y
pura amistad, entre otras cosas. Los habitantes de Okinawa Japón, por ejemplo,
crearon unos grupos de amigos que llaman MOAIS formados cada uno por 5 personas
que se comprometen a reunirse cada tarde a la misma hora para conversar y reír.
Qué chévere es tener con quien compartir alegrías y penas o acudir en caso de
emergencia, más cuando se pasa a la
etapa en la que los hijos ya no están por la ley de la vida.
No
sé si para bien o mal, vivimos en una sociedad en la que cada vez somos más
independientes y en la que nos fijamos mas en cuantos “likes” tiene una
publicación nuestra en Facebook o en cuantos amigos “virtuales” tenemos, que en
dedicar un tiempo a tomarnos un café y hablar con un amigo. Parece que la
amistad se ha hecho más volátil, más fácil de hacerse y deshacerse. Si alguien
no me gusta o de repente me cae mal, lo bloqueo en redes y me olvido que
existió. Tendemos a tener cada vez menos amigos de toda la vida y a tener
amigos vinculados a lo que hacemos.
La
realidad es que de las amistades de verdad, de las de carne y hueso,
conservamos muy pocas. Especialistas en el comportamiento humano afirman que el
cigarrillo, la obesidad y hasta la felicidad son contagiosos, por tanto hay que
procurar fomentar y contagiarnos de esas relaciones amistosas, para cuidar nuestra salud y vitalidad que son
el mejor regalo que nos puede hacer la vida para ser mejores personas. La
amistad no se agradece se corresponde…
nerea6@yahoo.com
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