Reina ... en Carnaval
Reina… en Carnaval
Por Elsie Betancourt
Hace ya
bastante tiempo, los pueblos se alimentaban casi que exclusivamente de
animales, frutas y los vegetales que se daban en los alrededores de sus
asentamientos. La falta de medios de transporte y la dificultad para preservar
los alimentos por mucho tiempo antes de que se dañaran, hizo que los pueblos
tuvieran sus comidas características, la cual variaba a lo largo del año en
aquellas regiones sujetas a estaciones climáticas. De ahí viene la identificación
que tienen ciertos pueblos con su cultura, su comida y su modo de ser. Por
siglos, la sal, las especias y primitivos tratamientos de ahumar o secar
alimentos al sol, permitía en contadas ocasiones conservar y degustar productos
de otras regiones.
Con el paso
del tiempo, el hombre aprendió a usar la energía que le permitió no sólo
transportar los alimentos perecederos, sino que al refrigerarlos, empacarlos al
vacío o secarlos, los pudo preservar por largos períodos. Por ejemplo, en
cualquier momento un barranquillero en Escandinavia, puede comer los famosos
guineos cienagueros (el guineo paso) que se venden todavía en algunas tiendas y
supermercados; aquí, podemos degustar un apetitoso salmón noruego importado con
toda la técnica de preservación. Aterrizando en nuestro terruño y a diferencia
de tiempos pasados, el proceso de secamiento permite degustar durante todo el
año una guandulada que otrora sólo era posible durante el primer trimestre del
año, época de su cosecha.
A propósito,
el gandul, leguminosa originaria del Congo, llamada Wandu en el lenguaje
Kikkongo de la etnia Bantú, traído por
esclavos que se asentaron en el Caribe, ha terminado en nuestra ciudad, sin
querer queriendo, como propio de la culinaria local, así como lo es nuestro
archifamoso arroz de lisa. Sin mucha bulla, en los últimos años ha pasado a ser
un referente inequívoco de la temporada de Carnaval y a posicionarse como uno
de los platos más representativos de la cocina atlanticense. Si bien es cierto
también se usa en Centroamérica especialmente en Puerto Rico y Panamá, donde el
arroz con gandules es un plato nacional.
Como el pavo
en el día de Acción de Gracias gringo, el gazpacho en el verano español, las
hayacas en la navidad Costeña-Venezolana y los buñuelos en Antioquia, la
guandulada esa espesa sopa, en cuya preparación entran como ingredientes
inmancables además del guandú: yuca, plátano
pintón, cerdo, carne salada y algunas veces costilla, (aunque algunos atrevidos
discípulos de la “nouvelle cuisine”,
remplazan estas últimas por bocachico), acompañado con arroz blanco o de
coco, bollo de yuca y guarapo de panela o jugo natural ha terminado al igual
que la Reina, el Rey Momo, las Marimondas, el Torito, la Guacherna y los
Congos, entre otros, siendo uno de los íconos del Carnaval de Barranquilla que ya prendió motores.
Cuentan los
historiadores de la gastronomía criolla costeña, que su popularización se
inició en los años setenta cuando se hizo famosa en el Barrio Boston, la
verbena de Carnaval “El Tremendo Guandú” cuyo baile de cierre terminaba con una
tremenda guandulada servida en totumas que los asistentes colgaban de su
cuello, como certificado que habían abonado su “ponina”.
Hoy en día,
no hay verbena, caseta, palco, baile callejero, desfile, que no ofrezca al
final una guandulada que aunque sin corona reina… en el Carnaval estableciendo así un vínculo entre el pasado y el futuro a través del presente.
nerea6@yahoo.com
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